
Llaucán es un hermoso valle situado al Sur del distrito de Bambamarca, provincia de Hualgayoc, departamento de Cajamarca, en una altitud de 2,556m.s.n.m, con una conectividad a la capital distrital Bambamarca de 10 km, dividido por el río del mismo nombre, sobre la pampa verde corren sus aguas serpenteantes, donde los gansos y los huanchacos con sus pechos colorados, sus abundantes árboles de eucaliptos, sauces, alisos y sus plantas frutales de limas, naranjas, paltas con sus cercos de pencas expresan cada día su belleza; los cerros con tumbas preincaicas nos traen el recuerdo de todo el pasar de nuestros antepasados.
Según su aporte de Carlos Burga Larrea en su escrito «Diccionario Geográfico e Histórico de Cajamarca» el significado de Llaucán deriva del quechua constituyendo la tercera persona del presente del indicativo del Verbo LLAUCA, o traer minerales con una uña o cuña, aunque en otras fuentes de consulta afirma que el vocablo es Yunga. Consultando a muchos indígenas de Llaucán manifiestan que la palabra LLAUCÁN en quechua significa «PERRO AULLANDO»
Llaucán era una hacienda antigua muy importante, hoy en la acutilidad es un centro poblado, anteriormente como predio tenía 264 km2 de superficie, limitaba por el Este con la hacienda de Jerez, por el Sur con la Hacienda de Combayo (Cajamarca), por el Oeste con el distrito de Hualgayoc y por el Norte con Chala y Bambamarca.
Llaucán formó parte de la segunda Doctrina dentro de la primitiva demarcación eclesiástica, dependiendo de Chota que era cabeza de esta doctrina.
Llaucán fue de propiedad del curaca LLAUCA, hombre corpulento, muy fuerte para el trabajo, sobre todo colérico, de fuerte voz, trataba muy mal a sus súbditos. En 1635 fue arrebatado por el banquero español don Juan de Cova, quien lo convirtió en obraje, en donde se concentraban los trabajadores indígenas para producir diversos artículos como sombreros de paja, hilaban tejían la lana para elaborar la jerga, bayeta, frazadas trabajos en cabuya, existiendo en el obraje de Llaucán 40 tornos y 15 telares con sus peines de tejer, se dice que anualmente se producían hasta 4, 600 (cuatro mil seiscientos) varas de pañete, jerga, bayeta y finos tejidos de lana. Los indígenas trabajaban en condiciones infrahumanas, victimas de la vigilancia y persecución de los maestros, el trabajo era muy duro, desde que salía el sol hasta el anochecer, los indios eran encerrados en el obraje, encadenados a los tornos y telares, eran castigados los que hacían defectuosa la tarea.
En 1980 cuando gobernaba Melchor Liñán y Cisneros que también fue arzobispo. Se dio una resolución prohibiendo conceder licencia para la apertura de obrajes.
Se tiene conocimiento que muchos indígenas conducían ganado vacuno desde Llaucán hasta Lima, para ser entregados al Señor de la Cova, quien los vendía a los camales para ser beneficiados y cubrir sus deudas.
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Fuente: V.C.B. Tomo I
Adap. Prof. Moises Hoyos A.